lunes, 18 de febrero de 2008

El ahorro energético y el fin del universo.

Las autoridades de Santa Bern... ufff, perdón, me equivoqué de cuento.
Las autoridades de un país bananero, como medida de ahorro energético, dispusieron el adelanto de los relojes de todo el país en exactamente una hora.
La medida era razonable. En esas latitudes y en esa época del año amanecía a las 5:30 y anochecía a las 20:30. En esa situación, quienes se levantaban a las 7 para ir a sus respectivos yugos, desperdiciaban una hora y media de luz natural. A su vez, si los negocios cerraban a las 9, desde las ocho debían usar luz artificial y continuar en sus casas, hasta las once, con tal luz (contabilizando un total de 3 horas de luz artificial).
Con el cambio de horario, amanecería a las 6:30 (logrando sólo 30 minutos de desperdicio) y anochecería a las 9:30 (reduciendo el consumo artificial a sólo dos horas). En suma, un ahorro neto de 2 horas. Esto le reportaría al gobierno y al consumidor un ahorro en materia monetaria de quichicientos pesos..
Pero era un país bananero, y pasó lo que debía pasar. Los acontecimientos no tomaron el curso esperado, ni siquiera tomaron un curso esperable: Los comerciantes, al encontrarse con que a las 9:30 todavía había algo de luz, razonaron, de forma discutible, de la siguiente manera: "Qué bueno, ahora puedo cerrar a las 10!". De esta forma volvían, sin darse cuenta, a usar una hora de luz artificial en sus respectivos negocios. Por supuesto, si cerraban a las 10, ya no abrían a las 8, sino a las 9, volviendo al desperdicio de una hora y media de luz.
Pero parecían estar muy contentos (y bananeros). Luego del sesudo razonamiento y puesta en acción, todos comieron bananas con dulce de leche como festejo.
...las autoridades tardaron más de dos semanas en darse cuenta de lo que había ocurrido... ¡todo había vuelto al punto de partida! Decidieron que este comportamiento no era normal, y que hacía falta una labor de reeducación de la población.
Iniciaron una campaña con hermosos afiches, pancartas y anuncios que rezaban: "¿Es que son todos idiotas?", más otras recomendaciones pertinentes.
El pueblo hizo caso omiso a las recomendaciones, por lo que el gobierno decidió tomar la vía conductista. Harían un nuevo cambio de horario, y los habitantes, ahora sí, acatarían racionalmente la medida.
Con este nuevo cambio de horario, las personas se levantaban a las 8. Como eso correspondía a las 6 originales, el ahorro volvía a estar vigente. Demás está decir que entonces la gente comenzó a cerrar a las 11 (que eran las 9 originales), y con total entusiasmo.
Ninguno quería dar el brazo a torcer, por lo que el "sistema" prosiguió en la dirección previsible: las autoridades adelantaban el horario, la población adelantaba sus horarios.
Cuando, siendo el 25 de marzo en todo el mundo, en el susodicho país ya era 16 de agosto, las grandes potencias mundiales por fin dieron acuso de recibo.
Pero la reacción no fue la esperada: siendo un país bananero, tomaron la actitud como una nueva festividad, ritual o costumbre "or whatever" que se había instaurado en el país, y que en poco le afectaba al resto.
En consecuencia la singularidad continuó, con su modo particular de afectar el espacio-tiempo. Para el año 2009, en el tal país corría ya el 2130. Podría tratarse de una desfasaje algo exagerado, pero trajo consecuencias muy favorables: los avances científicos y tecnológicos en el año 2130 permitieron al país bananero posicionarse como gran potencia. Eso sí, debieron soportar el calentamiento global, que no fue tan insoportable gracias a los hipermodernos splits de la época.
El problema real surgió cuando, corriendo el 2030 del tiempo real, ocurrió la invasión de aliens del 4233 en el ex-país bananero.
La esclavitud duró cerca de 2000 años (algo así como 3 años reales, porque el terco país seguía adelantando sus relojes).
¿Dije problema real? Debo haberme confundido. El problema real surgió cuando (y ya perdí la cuenta, pero serán miles de millones de años en el futuro -300, 400 años reales-) el sol comenzó a expandirse y tornarse rojo, engullendo al terco país (dejando intactos, por supuesto, a los sumisos y convencionales países respetuosos del espacio-tiempo).
En el antiguo emplazamiento del país, quedó un profundo hueco, que pronto fue reemplazado por agua. Una triste pérdida, sobre todo de masa continental.



Cronopio - Inspirado en "Santa Bernardina del Monte", cuento de Leo Maslíah, y en los efectos del cambio horario que rige actualmente (2008) en Argentina.